Sólo han pasado dos días después que el tunecino Azzedine Alaïa cerrara la semana de la alta costura parisina con una calurosa acogida después de ocho años de ausencia. En un discreto front row le apoyaban Donatella Versace, Sofia Coppola y el ministro de cultura francés Fréderic Mitterrand, quien tuvo que convencer al tímido modisto a agradecer los aplausos.
Alaïa no sólo es reconocido por ser uno de los diseñadores más influyentes de los últimos tiempos sino también por decir lo que piensa . Se ha permitido el lanzar un NO rotundo a la mítica casa francesa DIOR, cuando esta le ofreció el control de un desolado trono ocupado por el ya ausente Galliano. Varias eran las posibilidades que se barajaban para reemplazar al modisto, desde Elbaz de Lanvin, Riccardo Tisci de Givenchy, o Sarah Burton de Alexander McQueen , pero Alaïa defiende que el espíritu artístico ha de prevalecer sobre el frenético ritmo comercial por el que se mueven los gigantes del lujo. Comento: ''No quiero ser un capítulo más de la triste historia de Galliano''. La sinceridad es su estandarte, se sabe que es tan artista como nada diplomático, algo que le ha alejado de la todopoderosa Anna Wintour quien no contó con el tunecino a la hora de incluir un vestido suyo en la exposición dedicada a las supermodelos. Algo que ha molestado enormemente al modisto, quien en su día apadrino a la diosa de ébano Naomi Campbell.
Es elegante y de pulida técnica y, así, lo demostró en su emotivo desfile, en el que no faltaron propuestas como abrigos con detalles trabajados con láser, incorporaciones de lana de mongolia en exagerados cuellos como en los largos de las prendas. El blanco y negro, el verde y el berenjena tiñeron las prendas que revelaban el fuerte amor que siente Alaïa por la moda.